Hace unos
meses, alguien me contó que estamos encadenados al pasado, que por culpa de él dejamos
de hacer muchas cosas, que pensamos que “No podemos” cuando en realidad “No
pudimos”. Hace unos meses, alguien me contó esta historia que os muestro a continuación:
“Cuando yo era pequeño,
me gustaban mucho los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me
llamaba muchísimo la atención, el elefante. Después de su actuación, el
elefante se quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus
patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca
era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la
tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese
animal, capaz de arrancar un árbol de raíz con su propia fuerza, podría con
facilidad arrancar la estaca y huir.
¿Qué lo mantiene? ¿Por qué no
huye? Cuando era pequeño, pregunté a los grandes. Algunos de ellos me
dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia…
-Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente hasta
que hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio
como para encontrar la respuesta.
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una
estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito
empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no
pudo. La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se
durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y
el que seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el
animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no
escapa porque CREE QUE NO
PUEDE. Ahora es grande pero todavía tiene el recuerdo de su impotencia, de
aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se
ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a
prueba su fuerza otra vez.”
Lo cierto es
que nosotros somos un poco como el elefante de la historia, muchas veces hemos
dejado de hacer cosas que nos gustaría hacer simplemente porque pensamos que no
valemos, muchas veces dejamos pasar muchas oportunidades y pensamos que no
podemos, cuando en realidad, no pudimos.
Vivimos con
cientos de estacas que nos atan al pasado, que nos restan libertad, que nos
paralizan y no nos permiten avanzar.
Dejamos de
intentarlo, de luchar por conseguir nuestros objetivos simplemente porque hace
tiempo, algo nos salió mal. Vivimos encadenados al pasado, sin saber que ahora,
seguramente podemos con mucho más.
Creo que os
hora de arrancar esas estacas que nos atan, y cambiar el “No puedo” por el “Sí,
ahora sí que puedo.” Creo que es hora de intentarlo de nuevo. Quizás te
sorprendas.
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