Me encuentro mal y decido no salir a la calle,
aunque todos me están esperando, aunque todos quieren que salga de fiesta y me
despeje durante un rato.
Siento que
mi cabeza va a estallar, me duele, muchísimo, tengo fiebre. Decido tomarme una
pastilla y me acuesto, aunque es temprano. No tengo ganas de hablar con nadie,
sólo de descansar, de recuperarme.
A la 1:36h
de la madrugada, justo cuando estoy quedandome dormido y después de estar
durante horas dando vueltas en mi cama, comienza a sonar el teléfono.
“tiruri,
tiruri, tiruri…”, son Whatsapps, ya me conozco el sonido, seguro que es algún
amigo que me estará buscando, pero, casi dormido, prefiero dejar el teléfono y
descansar.
A las 3:47h
suena otra vez, me despierta, y entre el ojo legañoso y el dolor de cabeza que
tengo me pregunto por qué demonios no habré silenciado el teléfono. Entro en la
aplicación para quitar las notificaciones, lo silencio para que no me vuelvan a
molestar y me acuesto otra vez.
Me levanto a
las 9:23h, temprano para mi, que me suelo levantar normalmente horas más tarde
en verano. Lo primero que hago al despertarme es mirar el móvil (Sí, lo reconozco,
soy un maldito viciado, pero… seguro que tú también haces lo mismo) y entonces
veo lo que ha estado pasando mientras yo dormía por la noche con casi 39º de
fiebre.
3:58h: Asi q estabas malo Joel…. Que hacias conectado?
3:58h: No te hagas el tonto, te he visto
3:59h: con quien estabas hablando?
4:01h: Contesta, se q te llegan mis mensajes.
Y sí, obvio,
me llegaban sus mensajes, pero no los había leído hasta ahora y es cuando
piensas…. ¡Mierda!
Casualmente,
eso me recordó a una discusión que tuve hace una semana por una palabra, sí,
por una puñetera palabra.
13:22h: Q tal el día guapo??? Bien??
Ese día, a
esa hora, estaba de vuelta a casa con el carro de la compra (Sí, en esta casa
soy yo quien se ocupa de ir comprar) y no podía hablar en ese momento. Por lo
que le contesté con un:
13:33h: Bien
Y bueno… ¡Ya
se montó el lio!
Que si como
que solamente “Bien”, que si qué borde estoy, que si qué me pasa, que si ya no
soy igual que era antes, que sí ya no le hago caso… y bla bla bla… todo esto
sólo por contestar a un mensaje en un momento en el que no podía hablar.
Creo que la
vida era muchísimo más sencilla cuando no existía el Whatsapp. Cuando no
contestabas a un SMS porque no te venía bien en ese momento, o simplemente
porque no querías, y nadie se lo tomaba mal.
Cuando no
había ningún sistema controlador que te dijera si estás conectado o no lo estás,
cuando no había ningún sistema que indicase tu última conexión, (que cualquiera
lo mira y dice: “Mira, este se ha acostado a las 6:21h, a saber qué estaría
haciendo a esas horas…) o peor aún, los malditos celos que desencadenan ese
vivir online, el tener que contestar al momento para que no siente mal a la
otra persona y que a veces, eso de la última conexión, ni siquiera funciona
bien.
Y bueno, ya
por no hablaros del doble check, esos inocentes tics verdes que parece que
indican que se leyó el mensaje, aunque más tarde Whatsapp hizo un comunicado
especial donde confirmaban que no significaba que el mensaje se hubiera leído,
sino sólo que el mensaje se había entregado en el dispositivo del receptor.
Imagínate hasta donde hemos llegado para que tengan que hacer un comunicado
sobre eso…
Pero no sólo
el doble check puede ser motivo de desconfianzas, conflictos y celos en las
parejas... El mensajito “Última vez a las…” en el que indica la última hora y
minutos en la que estuvimos conectados también puede ser desquiciante.
Porque si te
envían un mensaje a las 16:12h y tu “última vez” es a las 18:54h y no has
contestado… “ay, que se ha conectado y no me ha contestado”, “ay, no quiere
hablar conmigo.” Imaginaos…
El caso es
que esta opción, la de mostrar la última vez tampoco confirma que se esté
hablando con nadie. Cuando entras para hablar con alguien, la aplicación lo
mostrará, pero también cuando vayas a leer mensajes que te han llegado horas
antes y te habías olvidado de leer, cuando vayas a mirar la hora a la que
habías quedado mañana con una persona o simplemente para leer conversaciones de
hace tiempo.
Todos
nuestros movimientos quedan registrados, incluso si te equivocas y le das a
Whatsapp en vez de a la aplicación de al lado. Y ese es el problema, que con
tener tu número cualquiera te puede “vigilar”, saber cuándo te conectaste, y,
si tienes la costumbre de mirarlo justo antes de acostarte, saber la hora a la
que te fuiste a dormir anoche.
En el iPhone,
por ejemplo, existe la opción de quitar nuestra “última vez”, el problema es
que también desaparece la “última vez” de los demás y eso, para la gente
cotilla, pues…
Total, que
nuestras vidas y confianzas se desquebrajan a veces por tonterías. Malentendidos
que pueden ocurrir con cualquier persona que tengamos en nuestras amistades. Y
todo, por creernos más lo que nos dice una pantallita que una persona.
Si todo esto
te ha hecho pensar un rato… piensa en unos motivos para no discutir por
whatsapp, plantéate dejar de mirar el móvil a cada instante, piensa en
desconectar un rato de las redes sociales y atender a la gente que está
delante.
Plantéate, también,
que no estás obligado a contestar al instante, que quien se lo toma a mal tiene
un problema de confianza, y, sobretodo, que lo que haga nuestra pareja será
siempre más importante que lo que digan dos palabras en el Whatsapp… ¿O ya no
nos acordamos de lo que significan los actos?
_______________________________________________________
Este blog no admite comentarios. Pero
recuerda que puedes seguirme o dar tu opinión a través de Twitter mencionandome en @Difficultimes con el siguiente hashtag.