El amor
se fue y yo todavía sigo echando de menos cuando simplemente las cosas que nos
hacían sentir bien surgían sin más. Pero supongo que todo muere y se marchita,
que las cosas cambian, la gente cambia y nada nos resucita.
Es
triste ver como te reemplazan, ver como la persona que más has querido en tu
vida te sustituye a los dos días, literalmente, por otra. Es triste ver como
esos planes de futuro conjunto ya no podrán llevarse a cabo, como alguien con
quien has compartido todo es capaz de llevarse tus ilusiones y tus ganas de
sonreír.
Han
pasado tres meses.
Tres largos
e interminables meses en los que mi vida ha sido una verdadera montaña rusa de sentimientos
y emociones. Tres meses en los que he llorado muchísimo, en los que he tenido
que sacar fuerzas de donde no tenía para
seguir adelante, pero también han sido tres meses de aprendizaje, de aprender
de los demás, pero sobretodo de mi mismo.
Y si
algo he aprendido en estos tres meses es a perdonar, a no guardar rencor. Sí, es
cierto que lo he pasado fatal, que durante semanas no he tenido ganas de salir
de mi habitación, que el final de la relación y sobre todo las formas en las
que mi ex pareja me dejó me dolieron muchísimo.
Pero no
os voy a mentir ni voy a ser un hipócrita, a su lado he pasado muchos de los
mejores momentos de mi vida y durante el tiempo que he estado a su lado he sido
el chico más feliz del mundo, es por eso que me gustaría de corazón que cuando
pase el tiempo, pudiera mirar atrás y pensar que todo esto mereció la pena, recordarlo
con una sonrisa, como el recuerdo de algo que fue bonito mientras duró y que
consiguió aportarme muchísimas cosas.
Pienso
que por muy mal que una relación termine, por mucho daño que nos hagan, también
nos han hecho felices por un tiempo y es con eso, al fin y al cabo, con lo que
debemos quedarnos. Lo demás sólo tiene que servirnos para aprender, madurar y
ser una mejor versión de nosotros mismos.
Yo… no
puedo (ni quiero) reemplazar a alguien tan rápido, pero sí que puedo subir la
cabeza y decir con la cabeza bien alta que he amado de verdad, que he
experimentado ese sentimiento, que de verdad he querido mucho y bien. Y eso es realmente
bonito.
Tengo
la suerte de tener a personas en mi vida con las que puedo tener conversaciones
interesantes que van más allá de un “hola, qué tal”, que me sirven para
reflexionar, que me dan que pensar y que, sinceramente, me ayudan bastante.
El tema
de las rupturas, de los finales, son temas de los que hemos hablado mucho a lo
largo de estas semanas y aunque lo cierto es que no hay una pauta concreta para
superar este tipo de “pérdida”, ya que cada persona lo lleva de manera diferente,
dicen que lo mínimo para comenzar a superar una ruptura son seis meses, aunque
hay quien necesita mucho más tiempo.
Este es
mi mes tres.
Cada
día es un paso más para salir adelante.
Todavía
es pronto, pero voy bien. Siento que estoy pudiendo con todo, que hay momentos
en los que estoy muy bien, momentos en los que me vengo abajo y no quiero saber
nada de nadie, pero es normal, supongo, es parte de este proceso.
Y no tengo
mucho más que añadir por el momento, creo que esta ha sido una entrada muy
intensa y muy personal en la que he podido desahogarme, explicar como estoy
llevando este proceso y deciros que no todo lo malo que nos pasa es, ha sido, o
será malo siempre, que debemos aprender y quedarnos siempre con lo mejor.
Nos
leemos de nuevo la semana que viene.
¡Gracias
una vez más por leerme!
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