“Dicen que somos lo que hacemos,
pero que, sobre todo,
somos todo lo que hacemos
para cambiar lo que somos.”
EDUARDO GALEANO
Hace
dos semanas, cuando os hablé de todo lo que estaba consiguiendo, también os
dije que me gusta ser honesto con los demás, pero que, sobre todo, me gusta
serlo conmigo mismo. Que como tú, a veces también me equivoco y hago cosas que
no están del todo bien.
Esta
semana me han dado una gran lección.
Me han
hecho reflexionar, pensar y darme cuenta de que los prejuicios no son nada buenos.
Que no es bueno juzgar antes de tiempo a alguien cuando todavía no le conoces.
Hace
unos meses me agregó a mi perfil de Facebook un chico de Barcelona que no
conocía pero con el que compartía varios amigos en común, así que decidí
aceptarle.
Nunca
había tenido una conversación con él y la imagen que tenía no era muy buena,
pensaba que era el típico cani que se pasa la vida en el parque fumando porros y
le juzgué por su imagen y su forma de vestir.
Esta
semana por casualidad hemos hablado algunas veces y hemos tenido conversaciones
muy interesantes, lo que me dejó bastante sorprendido y como os digo me hizo pensar
y reflexionar bastante.
A veces
por distintos motivos tenemos una imagen de los demás que no se corresponde con
la realidad, juzgamos a los demás por su físico o por la manera de vestir y quizás
por eso estemos dejando de conocer a personas interesantes que pueden aportar
cosas muy buenas a nuestra vida.
Aunque
no es mi estilo hablar mal de alguien que no conozco, si es cierto que tenía
esos pensamientos y estaba prejuzgando a alguien que ahora me alegro muchísimo
de haber conocido.
Dicen
que las apariencias engañan, y oye, que pienso que no se equivocan.
Me
encanta que lleguen a mi vida personas que sean capaces de callarme la boca,
que me hagan ver lo equivocado que estoy a veces y las cosas que todavía me
quedan por cambiar.
Y es, al
fin y al cabo, con esas personas con las que
debemos
quedarnos, con las que nos hacen mejorar.
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