Los días
cada vez son más cortos, las noches más largas y tú, un poquito más frío.
Quizá, por la falta de alguien que se quede al mostrarle las cicatrices, quizá
porque sabes que tarde o temprano todo el mundo termina huyendo, nadie está
dispuesto a quedarse. Y sabes muy bien que no eres perfecto, que siempre has
sido un desastre con las personas, pero también entiendes que hasta las mayores
catástrofes necesitan a alguien.
Llegas a tu
casa, después del atardecer, cuando ya es de noche y las calles están medio
vacías, las tiendas han cerrado y sólo quedan borrachos y gente de mala vida. Como
la tuya… o un poquito peor.
Te das una
ducha de agua caliente y te acuestas… o por lo menos, esa es tu intención. Pero
en realidad sólo intentas engañarte a ti mismo, sabes que eso es imposible, que
desde que se fue no pegas ojo y que las noches se hacen interminables, que se convierten
en infiernos y que no puedes dejar de
pensar en sus brillantes ojos verdes, en su mirada, en su increíble sonrisa..
Y te das
cuenta, tarde, de que sigues enamorado y de que el único culpable de que estés
tan perdido en la vida eres tú mismo. Y es jodido, es jodido que nos demos
cuenta de lo mucho que necesitamos a alguien cuando ya lo hemos perdido todo,
cuando nuestra partida ha terminado. GAME OVER.
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