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sábado, 28 de mayo de 2016

Sólo quieres ser feliz... o al menos, intentarlo.

En la anterior entrada os hablé un poco sobre esas personas que nos encontramos, que aparecen en nuestra vida cualquier día y con el tiempo nos damos cuenta que no están sabiendo valorar nada de lo que hacemos por ellas.

Y lo peor de todo es que, hay veces que nos enamoramos de personas así, personas por las que damos lo mejor de nosotros mismos y no son capaces de valorarlo. Personas que incluso juegan con nosotros y con nuestros sentimientos.

Hoy os hablaré de esas personas que… bueno, un día deciden que no quieren seguir contigo, que las cosas han cambiado y esa persona ya no siente lo mismo que sentía antes por ti, por lo que es mejor dejar la relación.

A ti te duele, lo pasas jodidamente mal porque estás enamorado y en un primer momento no eres capaz de aceptar lo que te está pasando, no quieres verte sin esa persona, te parece horroroso y es como que no te lo crees.

Lloras, lloras muchísimo. Incluso tienes ganas de desaparecer porque no concibes la vida sin esa persona. No crees que las cosas hayan terminado de un día para otro. Y no tienes ganas de nada. Ni de comer… ni de dormir… sólo quieres llorar y llorar.

Pasan las semanas y empiezas a ver una pequeña luz, una pequeña salida de emergencia. Después de tantas lágrimas empiezas a aceptar que las cosas se han terminado, que ya no serán nunca lo mismo que antes, que no puedes pretender seguir con una persona que ya no te quiere y no puedes obligarle a estar contigo.

Lo aceptas, pero necesitas tu espacio. Necesitas pensar un poco más en ti, necesitas tomar tus propias decisiones para que te permitan seguir adelante. Empiezas a quedar con tus amigos, te refugias en ellos, retomas el contacto con personas que quizás tenías un poco olvidadas y te das cuenta que, al final, los verdaderos amigos son los que siempre terminan estando ahí pese a todo.

El problema viene cuando esa persona que, voluntariamente, ha decidido que ya no quiere seguir contigo, no es capaz de entender que necesitas un espacio para asimilar, para pensar, para entender, para aceptar…

El problema viene cuando esa persona ya no quiere estar contigo pero tampoco te deja que avances, tampoco te deja que puedas seguir adelante si a cada paso que das vuelve para hacerte retroceder, si sólo hace que meterse en tu vida y te hace daño.

En un principio, tras la etapa de asimilación, aceptaste que las cosas terminaron y no cerrabas la puerta a que, después de un tiempo, pudierais ser amigos. El problema está en que, si esa persona no sabe respetar tu espacio, si no sabe respetar tus decisiones, al final te terminas cansando, te das cuenta de que no quieres seguir pasándolo mal, que no quieres ni puedes seguir así.


Y al final, con todo el dolor del mundo, porque es una persona a la que has querido mucho, decides terminar con todo, decides bloquearle de todas partes, decides poner punto y final. Porque hay personas que ni viven, ni dejan vivir. Y tú sólo quieres ser feliz… O al menos intentarlo.

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