Estoy
decepcionado. Muchísimo.
Pero
no contigo, querido lector, sino con el mundo.
Y no
con el mundo entero, pero… sí con gran parte de él.
Con
esos gilipollas que se atreven a hablar de amor sin saber lo que abarca esa
palabra, con aquellos que se atreven a hablar sin saber lo que significa y lo
que ello conlleva.
Estoy
decepcionado con esas personas que, pobres de ellas, no saben ponerse en la
piel de los demás, no saben mirar más allá de uno mismo. Y qué triste.
Estoy
decepcionado, y mucho, con aquellos que, sin tapujos, se atreven a gritar en
mitad de los pasillos de cualquier instituto “¡MARICÓN!” haciendo sentir a esas
personas inferiores cuando no lo son, humillándoles delante de todo el mundo,
como si de alguien sin sentimientos se tratase, como si esas personas no
sufriesen, como si no lo pasasen mal.
¿Acaso
un gay es menos persona que un heterosexual? ¿Acaso tiene menos sentimientos o
es más inferior? No lo entiendo, perdóname.
No
entiendo esta homofobia gratuita, los comentarios fuera de lugar para hacerse
el gracioso delante de los demás, la mente tan cerrada de algunas personas en
pleno siglo XXI. No lo entiendo.
¿Y
sabéis una cosa? Hace meses salí del armario con todo el mundo y pude mostrar
abiertamente mi relación con un chico al que amo muchísimo y con el que llevo
más de un año junto a él.
Ahora
soy libre, no tengo nada que esconder y puedo mostrarme tal y como soy porque
me importan bien poco los comentarios de los demás, lo que piensen o digan.
Al
principio se hizo un poco difícil poder decirlo, pero en seguida vi que toda la
gente que quiero me aceptaba tal y como soy y que pude callar la boca a los
cabrones que se metían conmigo.
#STOPHOMOFOBIA
#YoTambiénSoyGay
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