Y sabes que la realidad dejó de ser bonita hace mucho, pero, pese a eso, sigues buscando un puto motivo para sonreír, para seguir adelante… algo que realmente merezca la pena, algo que te haga ver que estás equivocado.
Pero, sigues callado,
con la cabeza agachada, caminando por una calle abarrotada de gente en la que
te sientes la persona más sola del puto planeta.
Piensas demasiado las
cosas, pero no eres capaz de decir todo aquello que piensas, todo aquello que
desde hace mucho te callas. Todos esos gritos envasados al vacío, todas esas jodidas
mierdas que están terminando contigo y están haciendo que cada día estés más
triste.
Piensas que es la gente
la que ha cambiado, la que decide irse de tu lado, pero en realidad eres tú el
que ya no eres igual, el que te alejas de los demás para no hacerles daño, para
no hacerles lo que un día hicieron contigo.
Y es que, no hay nada
más jodido, ni más triste, que alguien te quite lo mejor que tienes, es decir,
las ganas de sonreír, los momentos bonitos.
Porque, cuando alguien
te hace eso, cuando alguien te quita las ganas de sonreír, cuando alguien te
hace daño, cambias, y ya jamás vuelves a ser el mismo, ya jamás vuelves a ser
ese niño alegre de sonrisa sincera.
Hoy las sonrisas las
finges.
Y, lo único que deseas,
es llegar a tu habitación para llorar.
En silencio.
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