Es increíble lo rápido que puede pasar el tiempo. Casi sin darnos cuenta han pasado 5 años desde la última vez que escribí en el blog. Que casualmente también fue un lunes 6 de mayo.
¡5
años! Se dice pronto…
En este tiempo han cambiado muchísimas cosas. Pero hasta ahora no había encontrado la necesidad de volver a asomarme a esta ventana. Quizás el caos dejó de abrazarme fuerte en las madrugadas y el café dejó de enfriarse por las mañanas. Quizás encontré la manera de salir de él. El modo de escapar. Y puede que eso explique un poco mi ausencia.
Ahora el café vuelve a enfriarse; vuelvo a tener frío, me enfrento a situaciones difíciles y el caos parece estar llamando insistentemente a la puerta. Y aunque yo no quiero abrirle parece haberme vuelto a encontrar.
Y es ahora, cuando me paro a buscar los carteles que me indiquen la salida de emergencia más cercana cuando me hago la siguiente pregunta; ¿Por qué me es mucho más fácil escribir desde la tristeza que desde la alegría? ¿Por qué cuando las cosas iban bien no sentía la necesidad de compartirlo con los demás?
Supongo que escribir en este espacio puede ser liberador para mí. Y expresar lo que siento, no guardarme aquello que pienso y dedicar un pequeño tiempo a la semana a la reflexión puede ser algo muy enriquecedor.
¿Hasta
cuándo lo haré? No lo sé.
