Ayer
mientras desayunaba me puse a ver mi perfil de Facebook y en la sección de
noticias vi la foto de un chico, joven, no tendría muchos más años que yo,
donde se despedía a través de un mensaje de Whatsapp de su novio diciéndole lo
mucho que le amaba.
El
chico del que os hablo, desgraciadamente, es una de las victimas de Orlando. Un
chico joven que sólo pretendía pasárselo bien aquella noche, aquella última
noche en la que un perturbado decidió terminar con la vida de muchos.
Tras
ver eso me puse a pensar en lo compleja que es la vida,
ya que
hoy estamos aquí, pero mañana nadie sabe donde estaremos…
Pero…¿Y
tú? Permíteme que te pregunte. ¿Te has parado a pensar?
Si este
fuese el último día de tu vida… ¿Te sentirías a gusto con tu forma de haber
hecho las cosas? ¿Crees que les has demostrado a todas aquellas personas que te
importan lo mucho que les quieres?
No se
trata de ser el “te quiero mucho dicho, poco demostrado”, no se trata de ser un
falso, de ver cuántas veces le dices “te quiero” a alguien. Se trata de ser. De
estar.
A veces
con pequeños actos,
con
pequeñas cosas,
estamos
demostrando mucho más de lo que creéis.
A veces
sólo basta un mensaje bonito, un ¿cómo estás?
A veces
sólo nos hace falta un abrazo muy fuerte así porque sí, sin venir a cuento. Un “llámame
cuando hayas llegado”. Un “estoy aquí” sincero; compañía en momentos difíciles.
Lo
único que hace falta, es ser menos orgulloso. No tener miedo a comenzar una
conversación. No tener miedo a conocer a alguien. No tener miedo a expresar lo
que uno siente. Aprender a reconocer cuando uno se equivoca, porque todos lo
hacemos, y sobre todo aprender a saber pedir perdón y disculpas sinceras.
Así
que, como uno nunca sabe cuándo puede ser su último día, aprovecho para darte
las gracias a ti. Sí, a ti, a la persona que está al otro lado de la pantalla
leyendo esto. Te doy las gracias por acompañarme, por leerme y formar parte de este caos.
Doy
gracias también a los que me mandan mensajes, a los que me animan a seguir
adelante, a los que no dejan que nunca me rinda, a los que me dicen cosas
bonitas y sin saberlo, me alegran el día.
No sabéis
la de veces que habéis sido hogar en días tristes… la de veces que me habéis demostrado
con pequeños detalles que estáis ahí, conmigo.
Lo que
os quiero decir con todo esto es que vida solo hay una, que valoréis mucho a
quienes tenéis al lado, a todos aquellos que igual no os dicen lo mucho que os
quieren cada día, pero que, sin embargo, os lo demuestran.
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